El nuevo entrenador de la
selección nacional femenina de mayores, José Benito Rubido Vidal, tuvo
su presentación en rueda de prensa el pasado viernes 25, instancia en la cual que
se repasaron sus calificaciones para formar, capacitar y dirigir en diferentes
categorías y otras áreas del fútbol a nivel internacional. A esto se le sumó la
introducción del cuerpo técnico que le acompañará, destacándose su compatriota Patricia
Sánchez Rodeiro quién fungirá como su asistente técnica.
Lo que ahora sigue es
trabajar. Un verbo tan fácil de conjugar pero tan difícil de establecer en el
fútbol dominicano. El entrenador deberá realizar un esfuerzo enorme por pujar
que todos los renglones en donde existen deficiencias se reorganicen y velar
que la pirámide de competencias y torneos se lleven a cabo durante todo el año,
y no de forma provisional y espontánea como ha sido la norma histórica. Luego
continuar con los objetivos, parte de los cuales deben de ser medidos;
visualizar la realidad a corto plazo, la construcción a medio plazo y el éxito
a largo plazo, y cada uno acompañado de conquistas, pero conquistas prudentes,
de acuerdo a “Nuestro terreno de juego”.
Los movimientos e
inclinaciones del nuevo seleccionador no deberían centrarse solo en la
selección absoluta y en convocatorias de jugadoras completamente del extranjero,
por las distintas razones extracurriculares que envuelven el día a día de estas
en la actualidad; siendo justos, jugadoras locales de otras categorías deberían
de volver a ser valoradas (que el cese de la liga femenina ni la pandemia
sean motivos de descarte). Sino que también debe de mirarse con los altos
responsables lo de la activación inmediata de la liga femenina local y agilizar
festivales a nivel de asociaciones, torneos a nivel regional y ciclos de pre-selección
de alto rendimiento en todas las categorías para aprovechar todas las
futbolistas que reúnan las condiciones para poder estar. Hay que utilizar todo
el material seleccionable, y así evitar que sigan perdiéndose generaciones y
grupos con ganas de competir y triunfar en este deporte.
Una de las mayores
preocupaciones de los seguidores del fútbol siempre ha pasado por la falta de
constancia y el poco compromiso para la continuidad de nuestros jugadores,
tanto de la rama masculina como femenina. Pero se percibe más en esta última,
porque al recibir recursos específicamente para la misma, es irrisorio que no
haya actividad firme e inquebrantable cada año, y que de hecho el primer gran
esfuerzo que se hizo con la Liga Femenina, fuese descartado por las
actuales autoridades.
De pronto deberá
enfocarse en preparar el primer grupo que competirá en el triangular contra Panamá
y Nicaragua en el estadio Rod Carew entre el 4 y 10 de julio.
Esta convocatoria probablemente esté compuesta en su mayoría por las criollas
que residen en el extranjero, ya que las locales parten con desventajas por su
inactividad. Ambos rivales vienen con entrenamientos y encuentros recientes. Las
panameñas llevan las últimas dos semanas entrenando a todo tren, y las
nicaragüenses han hecho 6 microciclos de entrenamientos en los últimos dos
meses. Las visorias nuestras apenas
iniciaron este fin de semana.
El trabajo que se pueda
realizar con las jugadoras criollas en todas las categorías será vital para
enfrentar los torneos de Concacaf Sub 17, Sub 20 y de Mayores
que están en el calendario de los próximos meses. En ese mismo orden, Sub 17
y Sub 20 competirán durante el primer trimestre del año venidero, y la de
Mayores en los alrededores de noviembre cuando inicie la fase
clasificatoria para el Mundial Femenino 2023.
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