República Dominicana y Bolivia completaron esta doble fecha FIFA
de fútbol femenino a nivel de selección mayor en el día de ayer; luego del
cómodo triunfo en la ciudad de Santiago por 3-0 de las quisqueyanas, han
cerrado la jornada en Santo Domingo con un empate a 1, menos grato pero sí
complaciente.
El pasado viernes cuando las jugadoras criollas se vieron las
caras con el conjunto boliviano consiguieron una victoria gracias a dos goles
de Vanessa Kara y uno de Angelina Vargas (asistida por la misma Kara). Durante
este primer partido se dieron y vieron situaciones distintas al segundo
partido, pero esto era de esperarse por los cambios tácticos locales, los
movimientos realizados por el rival y por el terreno de juego tan diferente.
Bolivia, por su parte, salió a la cancha con otro arranque en el
segundo partido y a partir de ello se pudo percibir otro ritmo de juego, menos
rápido, más físico, trabado y condicionado a la mejor imposición. De todos
modos, esto no impidió que las quisqueyanas también impusieran parte de su
ímpetu y crearan situaciones de gol, lo que permitió que Gabriella Cuevas
abriera el marcador de cabeza para las locales al minuto 16, en una jugada que
se derivo de un balón parado cobrado por Manuela Lareo.
Durante ambos partidos se pudo observar el nivel y calidad que manejan
las jugadoras que militan en Europa y, desde luego, las que están muy
ambientadas al estilo “yankee”, (recordemos que Cuevas y Reed provienen del
sistema norteamericano). El primer triunfo responde a varios aspectos: al
momento, a lo que se necesitaba y a las circunstancias generosas del rival. Es
decir, Bolivia no fue un equipo que presionó constantemente y ni hostigó
impetuosamente, lo que permitió que las salidas del equipo dominicano se
ejecutaran con más seguridad, detonando las cualidades en presencia de ciertas
jugadoras criollas. El empate responde a
otros aspectos: a la lectura que ejerció y ejecutó a su manera el rival sobre
Dominicana, al error en el despeje con los puños de Claudia Torres y la falta
de comunicación con la central Cuevas, a las condiciones del terreno de juego,
entre otros.
En general y partiendo de las percepciones sobre ambos partidos,
cabe destacar que se cuenta con muy buenas centrales: Reed y Cuevas, además de
Dionicio. Por lo que, teóricamente, a Cuevas y a Reed debería de sumársele
Dionicio, y ya con Lucía Marte cerrar la línea defensiva del conjunto de
mayores. O aceptar un rejuego entre las mismas y agregar a esa línea a Ureña.
La nueva referencia del área puede ser Vanessa Kara; en el presente más cercano
no hubo otra delantera con tan fresca efectividad como Kara. El trabajo de
Jazlyn Oviedo pudiera destacar más de ser ayudada por un 5 a la altura de su
propia visión; su cobertura, rendimiento, acompañamiento y despliegue pudiera
visibilizarse más una vez esté rodeada de las jugadoras adecuadas; de lo
contrario, ante rivales mucho más fuertes sería maltratada injustamente.
Situación similar a la que se vio expuesta Winibian Peralta durante el segundo partido
cuando Oviedo estuvo en la banca.
Los destellos y buenas señales de las individualidades del
conjunto criollo deben de seguir afinándose y trabajándose de acuerdo a la
realidad: el futuro inmediato, la disponibilidad de jugadoras, ante rivales de la
región, etc. Sería interesante saber si el proceso de reclutamiento y captación
de talento para la selección de mayores cerrará ahora con este grupo.
Sin dudar la próxima fecha FIFA de noviembre debe ser aprovechada
y tratar de apuntar a un rival mucho más competitivo, que sirva de termómetro
más cercano para lo que se viene y agregar otros micro ciclos hasta febrero,
mes en que empiezan las rondas de clasificación al Mundial Femenil del 2023.
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